La prueba by Carmen Gurruchaga

La prueba by Carmen Gurruchaga

autor:Carmen Gurruchaga [Gurruchaga, Carmen]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga
editor: ePubLibre
publicado: 2010-01-01T05:00:00+00:00


DIECINUEVE

—Entiendo tu razonamiento, de verdad —tomó la palabra Jimena—. Muchas mujeres a las que he defendido pensaban igual que tú; creían que si sus exparejas tenían la seguridad de que ellas no hablarían ni actuarían, de que no irían contra ellos, podrían recuperar a sus hijos, o sus casas o el control sobre sus vidas… Pero eso nunca sucedía, ellos no pensaban devolverles nada por propia iniciativa y, en cambio, ellas continuaban viviendo atenazadas por las amenazas, renunciando a lo que por derecho les correspondía. En cambio, los que abusaban de ellas y las maltrataban seguían dándose la gran vida, sin ningún problema disfrutando a lo grande, sintiéndose triunfadores y poderosos.

—Sí, he pensado en eso estos días y por eso he venido. Me he dado cuenta de que puedo cambiar las reglas del juego, de que si me hiciera algún daño, podría empezar a tener dificultades. Hasta ahora pensaba que mi seguro de vida era el silencio. Que, si hablaba, podía perder mi escudo protector. Pero estoy cansada de callar, de huir, de temblar. Y quiero a Naia. Estoy dispuesta a recuperarla a cualquier precio.

—Sin embargo, de nada sirve todo tu esfuerzo si por ello te matan —se oyó decir Jimena a sí misma casi sin poder creérselo. Y, a pesar de estar tirando piedras contra su propio tejado, de que sus palabras implicaban una renuncia al caso que tanto anhelaba, siguió hablando—. Es una decisión que debe ser muy meditada, y es sólo tuya, así que tómate tu tiempo antes de dar ningún paso. Valora pros y contras y no te preocupes por nosotros, lo entenderemos. Antes de emprender cualquier acción legal debes tener clara cuál es tu prioridad y, si lo prioritario es recuperar a Naia, confesarte a ti misma qué precio estás dispuesta a pagar.

—Disculpadme un momento —se atrevió a intervenir Roberto, que desde hacía unos minutos tenía la sensación de haber perdido en algún punto del camino una buena porción de información relativa al caso que Jimena llevaba entre manos—. No quisiera parecer estúpido, pero, cuando hablamos de lo peligroso que puede llegar a ser tu exmarido, exactamente ¿a qué nos referimos?

—No te preocupes —le tranquilizó Paloma con una sonrisa desvaída—, es lo que ocurre cuando nos movemos en el terreno de los eufemismos. Hasta pareciera, cuando se trata de él, que nos da miedo citar su nombre o qué nos puede llegar a hacer. Es como si pensáramos que, por no citarlo, no existiera. Pero existe —afirmó repentinamente seria—, y si quisiera, podría llegar a matarme sin remordimientos, con total impunidad. Tiene los medios necesarios para hacerlo, y supongo que si no lo ha hecho antes, es porque no me considera una enemiga lo suficientemente grande. Cabría la posibilidad de que le diera cargo de conciencia dejar a su hija sin madre, pero en él no concibo ese tipo de sentimientos.

—Pero si… —A Roberto, como a cualquier persona en su lugar, le costaba mantener ese tipo de conversaciones, hablar tranquilamente de la posibilidad real de



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